Un estado criminal.

Hay olvidos que queman y memorias que engrandecen.

Alfredo Zitarrosa

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Suena espantoso, pero debemos reconocer que con las pruebas que se dieron a conocer esta semana ante los hechos sucedidos en Ayotzinapa hace siete años, hoy sabemos que sí fue el estado y que como nunca los diferentes niveles de gobierno están coludidos y operan como lo hacen muchos criminales.

Pensar que tu hijo, tu hija, o que tu familia están bien y llegarán a casa sanos y salvos es una ilusión que la gran mayoría de las personas tenemos; en México, desgraciadamente esta ilusión se convierte en terror en muchas ocasiones. La noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, el horror llegó a la vida de 43 familias, el mismo horror que se vive en un sin fin de territorios debido al conflicto entre el narco y el estado, y a la colusión de ambos. Los primeros días muchos gritamos en las calles “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”; han pasado los años y algunos aún conservan la esperanza de poder entender qué pasó con sus hijos, hermanos, padres.

Una noche de Iguala que muchos no olvidaremos. Un acto que más allá de marcar el gobierno de Peña Nieto, marcó la vida de 43 estudiantes normalistas y con ello la vida de todos sus familiares que hoy siguen exigiendo justicia, que siguen exigiendo claridad ante lo ocurrido, inclusive cuatro de los padres ya han muerto y tristemente nunca encontraron las respuestas que el gobierno les quedó a deber. Los demás padres han somatizado tanto dolor y es que ¿cómo explicarle a tu mente y a tu corazón que tu hijo está muerto o desparecido?

Realizando la investigación para esta entrega a través de diferentes medios y entrevistas, encontré un dato que me sorprendió y me dejó helada, y es la cantidad de testigos que han muerto después de haber brindado su declaración; la suma asciende a 22 personas y no por causas naturales. Esto no es un dato menor. ¿Qué hay detrás de todas esas muertes?, ¿También fue el estado?

La colusión de los diferentes niveles de gobierno con el crimen organizado es evidente. Desde el gobierno de Felipe Calderón hemos ido “aceptando” la militarización de este país y el gobierno actual incluso la ha extendido a otros ámbitos como migración o aeropuertos, entre otros. Una de las principales promesas del Presidente al comienzo de su mandato fue esclarecer el tema; queda en López Obrador el cumplir con esa promesa, y con ella una oportunidad más para reivindicar el camino.

Lo que vimos esta semana es solo el resultado de algo que imaginábamos, y a pesar de todo, muchos queríamos darle un voto de fe y de confianza al gobierno en algún momento, pero hoy la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y también la Secretaría de Marina (SEMAR), son vergüenza nacional; ocultar y manipular la información sobre la desaparición de esa forma es vergonzoso por donde se le vea. La información del GIEI fue un video captado por un dron de la SEMAR donde personal naval intervino el basurero de Cocula, presuntamente como parte de la maquinación para fabricar la llamada “verdad histórica”, convirtiendo al mismo tiempo la historia de muchos mexicanos en una trágico-novela más. De nuevo vemos cómo en este país los pobres no tienen justicia, no al mismo nivel de muchos que hoy ostentan el poder.

No son 43, no son un número; son vidas y con ellas las de muchas familias que hoy viven sin justicia, con un gobierno que es con claridad, un estado criminal.

Se quedan muchas preguntas en el aire, pero una en particular me salta de manera constante: ¿Qué es lo que esconde el estado tan fuertemente, que no es capaz de brindar información verídica y esclarecer el caso?

El segundo mayor crimen que hoy estamos viviendo es justo ese, el engaño por parte del estado.