Minimizar el reclamo de la sociedad sería un error: INE.
- Mariana E

- 15 nov 2022
- 3 Min. de lectura

Sin libertad, la democracia es despotismo,
sin democracia, la libertad es una quimera.
Octavio Paz
Confiar en nuestras instituciones como mexicanos ha sido un proceso largo, pero no muy lejano si hablamos específicamente de lo que conocíamos como el Instituto Federal Electoral, que surgió en 1990 como resultado de las reformas realizadas a la Constitución en materia electoral con la finalidad de contar con una institución imparcial que diera certeza, transparencia y legalidad a las elecciones federales.
Se han realizado diversos cambios desde ese momento, entre ellos, en 1993 se le otorgó la atribución de declarar la validez de las elecciones de diputados y senadores, expedir constancias de mayoría para los ganadores y establecer topes a los gastos de campaña. En 1994 se instituyó la figura de “Consejeros Ciudadanos”, personalidades propuestas por las fracciones partidarias en la Cámara de Diputados y electos por el voto de las dos terceras partes de sus miembros, sin considerar la profesión o título que poseyeran. En 1996 se reforzó la autonomía e independencia del IFE, además de otras consideraciones.
En 2014 se rediseñó el régimen electoral y se transformó a lo que hoy conocemos como Instituto Nacional Electoral, es decir, con un carácter nacional a fin de homologar los estándares con los que se organizan los procesos electorales federales y locales para garantizar altos niveles de calidad de la democracia en todo el país.
La realidad es que tan solo han pasado 32 años desde que se empezaron a conformar estas instituciones y la confianza ha ido creciendo con el tiempo. Hoy existen generaciones enteras donde los votos de cada persona han contado; a mis padres y abuelos no les tocó vivir esa oportunidad desde el principio de sus vidas. Por esa razón, las nuevas generaciones deben interesarse más en la vida pública de este país y defender lo que tanto trabajo ha costado.
Las pretendidas reformas socavarían todo lo que se ha logrado en las últimas tres décadas; sería un paso hacia atrás en la vida democrática de este país que tanto esfuerzo ha costado a muchos construir y a otros tantos en ganar su confianza.
La reforma fue presentada desde el mes de abril, pero fue hace un par de semanas que pasó a la cámara de diputados para su discusión. Entre los cambios propuestos se encuentra la reducción de número de diputados y senadores, disminución de financiamiento a partidos políticos y reducción de los minutos diarios de promocionales a partidos políticos. Te comparto los 10 puntos para entender en qué consiste la reforma:
No desaparece el INE, cambia de nombre, se llamaría INEC (Instituto Nacional Electoral y de Consultas) que seguirá siendo autónomo.
Reduce el número de diputados de 500 a 300.
Lo mismo pasa con el número de senadores, que pasarán de 128 a 96.
Los consejeros del INEC y magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) serán propuestos por los tres poderes de la Unión y elegidos por medio de voto popular en elecciones abiertas.
Recorta el número de consejeros del INEC de 11 a 7.
Financiamiento público a partidos políticos solo para campañas electorales.
Plantea una reducción a 30 minutos diarios de propaganda política en radio y televisión.
Disminuye la participación en una consulta popular de 40 a 33 por ciento para que sea vinculante.
Elimina los órganos electorales locales.
Implementa el voto electrónico.
No todos los cambios me parecen descabellados, pero si se lee de cierta forma que en algunos de ellos se busca tener un mayor control sobre lo que ocurre en cuanto a partidos con menos participación dentro de las cámaras, entre otros aspectos.
Derivado de esta situación, el pasado 13 de noviembre miles de mexicanos se volcaron a las calles a mostrar su malestar e inconformidad con estos cambios, lo cual es de admirarse ya que muchos estamos buscando que este país crezca.
Aunque en mi caso no simpatizo con la mayoría de quienes se han colocado como voceros del llamado a marchar –de hecho a varios de ellos los aborrezco–, lo que sí nos une en esta ocasión es la causa, es el INE, es proteger la democracia de este país.




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