Davos, Suiza. Globalización
- Mariana E

- 27 may 2022
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Primera entrega.

Lo que preocupa de la globalización es que esté produciendo países ricos con población pobre.
Joseph E. Stiglitz
Es una de las semanas del año que más esperamos algunos de nosotros, donde se tocan temas de interés en aspectos económicos, políticos, sociales y por supuesto de medio ambiente, que ha sido uno de los temas más recurrentes en los últimos años.
Es importante seguir lo que ocurre en Davos por una sencilla razón, no solo estarán presentes los mandatarios o primeros ministros de algunos países, también estará un grupo de importantes empresarios que toman decisiones relevantes respecto a lo que ocurre en el mundo. Y aunque la mayoría de la gente quiera permanecer alejada de estos temas, en realidad le debería importar pues el impacto se refleja en muchos aspectos de la vida cotidiana.
Este año, uno de los temas ha sido la globalización, el proceso donde la integración de las economías de todo el mundo se da principalmente a través del comercio internacional y flujos financieros; sin embargo, no solo abarca esos dos aspectos, ya que su impacto tiene alcance en temas culturales, sociales, tecnológicos y de conocimiento, entre otros, y siempre ha existido una fuerte discusión al respecto, con puntos de vista tanto positivos como negativos. Por un lado, el porcentaje de la población que resulta beneficiada es muy reducido, generalmente es la que cuenta con mayor poder adquisitivo y por ende con acceso a una mejor calidad de vida, pero por otro lado nos encontramos con todos esos aspectos que merman la situación global; el hecho de que se comercialice mas no quiere decir que represente mayores oportunidades para comunidades que lo requieren. Esto siempre dependerá de qué lado del sistema se encuentren las personas y cómo se vean reflejadas en la vida, concepto que puede ser tan lejano de la realidad de millones de personas que viven en pobreza extrema, que equivale al 10% del mundo. Hablar de globalización también es pensar en la polarización del mundo, de los que más tienen y los que menos. (Te aseguro que si hoy estás leyendo está columna ya sea a través de un medio electrónico o en papel, siéntete afortunado porque perteneces al 62,5% de la población mundial que cuenta con este beneficio).
Hoy, la globalización está siendo discutida y cuestionada nuevamente por una sencilla razón: la integración de las economías también tiene sus consecuencias al depender de los recursos de otros para poder existir, y esta situación se desencadenó aún más por la pandemia. Ahora muchos escuchan un término que para mí es bastante común –cadena de suministros –, la mayoría de la gente jamás se había dado cuenta de cuánto dependemos unos de otros en términos de comercio. Y las preguntas son muchas y las respuestas siguen siendo exploradas porque nadie tiene una solución ante los efectos que estamos viviendo, pero sí se tiene claro que el sistema en el que vivimos de cierta forma debe cambiar.
La base de este cuestionamiento surge por varios factores que encuentran su base en un país que ha marcado el rumbo del mundo en los últimos años, y me refiero a China, país que a finales de 2019 presentaba los primeros casos de COVID y que los escépticos en México decían "eso no llegará a nuestro país"... qué equivocados estaban. La globalización también abarca temas de salud como consecuencia de la movilización de las personas y China es un jugador al que no podemos perder de vista en ningún aspecto, pero sobre todo porque nuestra dependencia no solo como país, sino a nivel mundial es total.
Escuchamos el término – cadena de suministro – y espero que a estas alturas la definición en la vida cotidiana sea clara, y si no, con palabras sencillas te lo comparto, es poder contar con todos los elementos para producir un bien. Actualmente la gran mayoría de las piezas y partes que requerimos para fabricar autos en México las importamos de China (seguramente han escuchado del desabasto de chips que ha puesto en jaque a muchas industrias). Esto pudiera ser lejano o de poca importancia para mucha gente pero nuevamente están en un error; una cadena de valor exitosa nos permite justo contar con los elementos de producción necesarios para poder entregar el bien final en tiempo y en forma. Al colapsar esta cadena no solo afecta la producción, ya que su impacto se refleja en las ventas y al no haber circulante la economía empieza a caer en números rojos. Revisando el caso de México, nuestra dependencia de la industria automotriz es evidente pues como sabemos, en la zona del bajío existen múltiples ensambladoras y compañías que han decidido apostar por México, entre muchas razones, por la mano de obra (que a diferencia de lo que muchos creen, la mano de obra en México en esta industria es calificada, aunque existen áreas de oportunidad por supuesto, como elevar el conocimiento del idioma inglés), pero hoy como país representa el 3.6% del PIB.
Si la cadena de suministro se rompe, se rompe un hilo conductor que termina afectando a la población de manera general. Y así como la industria automotriz es importante, de esa forma nos encontramos con muchas otras. Ejemplo de ello es la industria alimentaria.
La relación comercial de México con China, el segundo país más importante en temas de importaciones y con el cual no tenemos un tratado de libre comercio –tema que en estos momentos también es cuestionable–, en 2021 alcanzó un valor de 98 mil 963 millones de dólares según datos del Banco de México, así que algo tenemos que hacer para mantener o mejorar esta relación, porque la dependencia es evidente.
La relevancia de Davos es clara, seguir abordando el tema de la globalización lo es aún más. ¿El mundo empezará a buscar una desintegración desde el aspecto comercial?
¿Estaremos entrando en una fase de cambio estratégico por parte de algunos países?




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