Berlín
- Mariana E

- 15 nov 2019
- 3 Min. de lectura
Entre grises y colores, aprendiendo a amar cada instante.

De vuelta a mi aventura... ¡sin duda, recordar es vivir! Y qué delicia tener esta capacidad de recordar, de saborear los instantes, de poder construir y reconstruir lindos recuerdos.
Berlín no era cualquier destino, era el punto principal de mi viaje porque tenía una meta conmigo y una cita con mi destino: 29 de septiembre, ¡mi primer maratón internacional!.
Antes de que llegara ese momento, traté de calmar mis nervios, jajaja, y la mejor manera fue caminando y disfrutando la ciudad, maravillándome y enamorándome poco a poco. La verdad, quienes me conocen saben que me cuesta trabajo cuando los días son grises y con lluvia, sin embargo, he aprendido a amarlos y a disfrutar su encanto.
Comencemos mi viaje en esta ciudad alemana. Mi punto de inicio fue el conocido y muy controvertido Muro de Berlín.
Existen lugares que guardan un sinfín de historias y me parece que éste es uno que de alguna manera todos conocemos; hoy queda poco de este muro y solo es como un símbolo sombrío de lo sucedido. Sigo cuestionándome cuánto daño nos hemos hecho como seres humanos al separarnos de las personas que amamos. La verdad es que hoy, en otros lados del mundo, ciertos personajes quieren seguir construyendo muros cuando deberíamos pensar totalmente en lo opuesto. Hoy, lo que queda del muro de Berlín se encuentra pintado y sobrevive como un recordatorio de lo ocurrido que jamás deberíamos olvidar, para que historias como ésta nunca se repitan.

Un lugar que me dejó impresionada, fue La Catedral de Berlín, entre otras cosas, por todos sus maravillosos colores. Por dentro está llena de historia y vale toda la pena simplemente sentarte a observar su belleza y majestuosidad. Puedes encontrar también los sarcófagos de la dinastía Hohenzollern: más de 90 tumbas de los miembros de la familia imperial; este último espacio muy particular en función de la energía que guarda.



El tiempo aproximado de la visita: casi 3 horas, para apreciar mejor los detalles y subir a la cúpula, para observar una buena parte de la ciudad.

En este viaje, de las cosas que más disfruté fue la comida. Tengo esta manía de ponerme comidas por temporadas, por ejemplo el sushi y pedirlo en todos lados hasta descubrir el mejor. Éste, en Berlín, me dejó trastornada de lo rico que estaba.

Les quiero platicar que hace poco le tomé cariño a la foto, y es que me encanta capturar esos lugares, instantes, personas y comidas que no quiero olvidar y que con una sola imagen me transportan. Un compañero de la carrera y de viaje, me tomó esta gran foto, y ahora es una de mis favoritas. ¡Gracias!

Insisto, la comida es un deleite y los postres una locura para mí, me ponen mal, jajaja.. ¡siempre disfruto mucho de un buen postre!. Si quieres los mejores chocolates, tienes que ir a este lugar: Rausch Schokoladenhaus. Para llegar es muy sencillo, en la estación de Stadmitte, a unos cuantos metros, tómate el tiempo de ir por un café y probar varios postres. Al final, pueden comprar todos los chocolates que se te antojen.
La delicia de un buen postre, sumando un café y una linda plática
Caminemos por Berlín y también perdámonos en sus calles.
Primera parada del tercer día: Fernsehturm (torre de televisión con 368 m de alto). Vale la pena conocerla, ya que te presenta unas vistas impresionantes y muy lindas de la ciudad. Tiempo aproximado de la visita: 50 minutos.


Caminar por las calles de Berlín es una delicia, pues encuentras estos pequeños rincones donde las personas se sientan a leer, a escribir, a tomar el café. Me dan unas ganas enormes de volver en verano, para disfrutarlos al máximo.


Berlín es historia en cada calle, una lección en cada rincón. Hoy es una ciudad que recuerdo desde los tonos grises de sus días nublados, hasta la gama multicolor de sus peculiares mercados. Será uno de mis mejores recuerdos de vida.
Lo tengo que decir: la realidad es que cero me gustan las salchichas y que no soy partidaria de esa comida, sin embargo, no podía dejar pasar la ocasión de comer lo típico y disfrutarlo al máximo, además acompañada de una de las personas que más quiero y que ha sido inspiración en el running para mí. Aquí con toda su familia y viviendo la vida intensamente. Porque aún con esos 42 kms, ¡teníamos la energía de ir por más!.
¡Disfrutando hasta el último momento!

























No sé qué está más espectacular, si las vistas de la ciudad... o el sushi.
:)