Cómo cambian nuestros ojos de lector: mi reencuentro con García Márquez
- Mariana E

- 3 sept
- 2 Min. de lectura

“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla.” ✨
A través de los libros también me doy cuenta de que he cambiado, de que me he descubierto de una manera distinta.
Gabriel García Márquez es un escritor muy ligado a mi familia, una referencia inevitable, y por eso fue de las primeras plumas que leí cuando era niña. Por supuesto, hablamos de un Premio Nobel de Literatura.
Este año decidí leerlo nuevamente. Lo último que había leído de él, justo hace un año, fue En agosto nos vemos, una de las obras que dejó inconclusa antes de morir. A diferencia de muchos, debo confesar que sí me gustó, aunque claro, el final es completamente abierto.
En esta ocasión quise leer El coronel no tiene quien le escriba y Crónica de una muerte anunciada. Son libros cortos, pero no logré conectar con ellos. Su escritura en estas obras me resultó muy particular y las historias se me hicieron lejanas, sin personajes que resonaran conmigo. A pesar de ser grandes referencias en la trayectoria del autor, esta vez simplemente no fue mi momento con ellos.
Y con esta reseña no quiero decir que no leas a Gabriel García Márquez —¡por supuesto que no!—. Sería imposible no acercarse a él si deseas conocer al ganador del Premio Nobel de Literatura 1982, el máximo exponente del realismo mágico, quien logró entrelazar lo fantástico con lo cotidiano y renovar la literatura latinoamericana y mundial. Fue, además, una figura central del Boom Latinoamericano junto a Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar y Carlos Fuentes, en plena segunda mitad del siglo XX, un periodo marcado por revoluciones políticas, dictaduras en América Latina y transformaciones sociales profundas.
Tengo pendiente leer Cien años de soledad, se lo prometí a mi papá hace tiempo. Aún no es el momento, pero llegará.
Leer es un acto profundamente personal: cada quien conecta con las historias de acuerdo al tiempo y al momento de vida en el que se encuentra. Esta vez, en mi reencuentro con García Márquez, no logró atraparme como otras lecturas que me mantienen al borde de no querer soltar el libro. Pero lo que sí tengo claro es que su pluma merece que cada lector forme su propio criterio.




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